A favor de la creación de espacios lentos | In Favor of Creating Slow Spaces
Por Meghan Krausch
Aquí era otro sábado por la tarde y me sentía un poco cansade. Me pregunté brevemente, si lo que realmente quería hacer era entrar en Zoom y facilitar un grupo sobre temas pesados. Sabía que hoy sería difícil; nuestro grupo siempre profundizó en algunas preguntas desafiantes. En la reunión pasada habíamos discutido la relación entre las personas asesinas en serie y la abolición. Pero esa conversación también fue útil para impulsar nuestra praxis abolicionista. Mientras preparaba el té para prepararme para la reunión, me recordé a mi misme: siempre salgo de estas reuniones con mejor estado humor que cuando entra a ellas.
Al reunirme con este pequeño grupo de lectura de Estudio y lucha dos veces al mes en el otoño y el invierno de 2021/22, una cosa fundamental que aprendí es que, aunque el trabajo de abolición suele ser muy urgente, también requiere cultivar algunos espacios lentos. Las cosas que valen la pena toman tiempo. Tomamos tiempo. La incorporación de nuestras opiniones y nuestras voces conlleva tiempo. Si queremos que todo el mundo llegue allí, si realmente queremos decir que nadie puede ser libre hasta que todes seamos libres -y todas las cosas que significa la libertad- tendremos que crecer en eso, y el crecimiento conlleva tiempo.
Nuestro grupo de Estudio y lucha tenía como base a Detroit y se reunía afuera en un parque, hasta que el clima se volvió más frío y decidimos cambiar a Zoom. El grupo era pequeño, con solo cinco personas incluyéndome a mí. Mi rol fue el de facilitación e interpretación. Cuatro personas del grupo trabajan juntas en otro movimiento aquí en Detroit, Movimiento Cosecha. Cosecha es un movimiento de clase trabajadora que lucha por la dignidad y la protección permanente de inmigrantes en E.E.U.U. y está dirigido principalmente por personas directamente afectadas, inmigrantes que hablan español, muches quienes son indocumentades.
El grupo de lectura fue en cierto modo acogido por este movimiento; Primero propuse la idea de hacer el grupo de Estudio y lucha a nuestro círculo de Cosecha y luego decidimos invitar a otras personas de la ciudad a participar. Inicialmente, algunas otras personas expresaron interés en unirse, pero terminaron sin poder continuar con el grupo. La otra persona participante me conocía de trabajar juntes en otra coalición abolicionista que desde entonces se había desmoronado. Tres personas en el grupo son inmigrantes a los Estados Unidos mientras que dos de nosotres nacimos aquí; une integrante del grupo emigró de Rusia durante su niñez. Una persona en el grupo solo habla español, dos de nosotres somos más o menos completamente bilingües en español/inglés, y dos personas en el grupo hablan inglés, pero no español. Las tres personas que no pueden hablar directamente a través de la barrera del inglés/español son estudiantes ávides de idiomas y pueden entender un poco los otros idiomas.
Incluso como un grupo pequeño, se nos hace difícil reunir a todes les integrantes a la vez, dados nuestros diferentes horarios y prioridades con las que tenemos que bregar. No obstante, juntes, logramos crear algo muy especial. Ese acto de equilibrio se refleja en el proceso de la escritura de este ensayo; Yo tenía la mayor cantidad de tiempo e inclinación para escribir algo, pero no quería escribir solo mis propios pensamientos sobre lo que en última instancia fue una experiencia colectiva. En cambio, tomé la iniciativa y recopilé algunas reflexiones breves de las otras personas del grupo y las incorporé en una reflexión más larga.
El resultado es un ensayo sobre el lento proceso de la liberación, aunque no le estoy diciendo a nadie que disminuya la urgencia de su trabajo, no. No estamos disminuyendo la velocidad para acomodar el poder. Pero sacar tiempo para la lectura y el estudio, para conocerse y confiar unes en otres, y para que todes hablen y lean en el idioma en el que sueñan, tome tiempo. Mi sueño de libertad no se localiza en el ritmo capitalista de productividad.
No todo tiene que ser lento, pero el trabajo urgente es un trabajo cuidadoso, y el cuidado requiere que a veces construyamos lentamente.
Tomando tiempo para el estudio
Quería organizar el grupo porque estaba muy emocionade de comenzar a tener estas conversaciones sobre la abolición con camarades con quienes he estado organizando en torno a la justicia para inmigrantes, particularmente para inmigrantes indocumentades. Para mí, la abolición es una lucha que está profundamente entrelazada, pero la conexión no surgía mucho en nuestro grupo habitual. A menudo no hay espacio para conversar sobre nuestras actitudes y relaciones con la policía, o para profundizar en un análisis más amplio del sistema legal penal. De hecho, muchas veces, de hecho, estábamos mucho más enfocades en nuestro trabajo de organización del día a día que en nuestro análisis más amplio. Para mí, esta fue una oportunidad emocionante de unir estas luchas.
Olga, integrante del grupo, estaba emocionade por razones similares: “Creo que, en general, la sensación de que me faltaban los fundamentos/la teoría detrás de la abolición realmente me hizo querer unirme, pero también fue muy emocionante pasar por eso con gente que ya conozco y amo de Cosecha, porque en Cosecha a menudo no tenemos con mucha regularidad las conversaciones sobre los antecedentes/ las experiencias/ la teoría sobre nuestro trabajo y sobre los principios en los que se basa. Aparece por aquí y por allá, pero creo que profundizar específicamente en los principios de la abolición y cómo aparece en nuestra organización fue una perspectiva emocionante”. Otra persona integrante del grupo, Pauli, dijo que pensaba que “era una buena oportunidad para crecer juntes como el círculo de Cosecha, aunque no era exactamente un proyecto de Cosecha”.
Y el grupo nos permitió tener conversaciones en las que no siempre nos envolvimos durante nuestras reuniones regulares. A pesar de que estamos involucrades en un movimiento que gira en torno a cuestiones fronterizas e inmigración, la sección de Estudio y lucha sobre el internacionalismo fue un punto destacado para varies integrantes del grupo porque tuvimos tiempo y espacio para discutir la nación y una perspectiva más amplia sobre la experiencia del inmigrante que lo que podemos hacer en nuestro espacio normal de organización.
Tomándose el tiempo para formar relaciones
Llegar a conocernos, mucho menos llegar a conocernos lo suficientemente bien como para compartir nuestras dudas, nuestras preguntas y las cosas que no sabemos y sobre las que queremos saber más, toma tiempo. Este tipo de conocimiento mutuo es una parte fundamental del abolicionismo y, al menos para mí, también es una gran parte del mundo distinto que queremos construir. Puede ser un proceso lento el de llegar a conocerse de una manera que no sea competitiva y que implique confianza.
Pauli señaló que “realmente creo que para aprender sobre estos temas, tiene ser en un grupo, con otres, y que debe ser más un proceso colectivo de aprendizaje”.
Otra integrante de nuestro grupo, Rosie, reflexionó sobre su experiencia de conocer a todes y dijo: “Llevo conmigo el conocimiento de cada ser humano que participó en este grupo de estudio y la amistad de las personas que participaron en él”. A veces en los movimientos, no se siente que pase tanto, pero si estamos dedicando nuestro tiempo para crear espacios con estas relaciones, ese es un trabajo fundamental.
Tomando el tiempo para traducir
La interpretación y la organización en un espacio multilingüe requiere muchísimo tiempo. En nuestro caso, utilizamos la traducción consecutiva: un proceso en el que una persona le habla a todo el grupo y luego une intérprete repite lo que se ha dicho en la segunda lengua. Como señaló Pauli, la conversación interpretada deja mucho menos tiempo para la "conversación real" (porque la mitad del tiempo es una repetición).
A pesar del tiempo que toma, hay beneficios de esta forma particular de interpretación. Todes pueden hablar en el idioma con en el que se sientan más cómodes y también requiere un nivel más bajo de experiencia técnica (y, por lo tanto, menos recursos porque no se requiere necesariamente un participante externo/no participante). Por ejemplo, yo puedo hacer interpretaciones consecutivas, pero no tengo la habilidad suficiente para hacer interpretación simultánea. También pude participar más o menos en el grupo, así como también en la interpretación, lo cual es más difícil si el ritmo del grupo es de interpretación simultánea.
La interpretación consecutiva definitivamente puede “congelar la conversación y hacerla menos espontánea, tal vez incluso más formal”, como señaló Pauli. Pero, por otro lado, tiene la ventaja de descentrar el inglés como idioma de conversación, incluso cuando les angloparlantes están presentes. Deben esperar por la interpretación, una experiencia inusual para quienes hablamos inglés, y creo que esto a veces puede ser un pequeño acto de antiimperialismo. El ritmo lento de las conversaciones también puede darles a las personas más tiempo para pensar o escucharse mutuamente. Finalmente, la interpretación consecutiva dentro de los espacios de movilización aumenta nuestras habilidades de comunicación ya que todes están expuestos al trabajo de interpretación.
Allye, quien no habla español, señala que las perspectivas de las personas que hablan español “pueden haber quedado fuera en un grupo que solo hablaba inglés”, y que fue una buena oportunidad para construir una comunidad intercultural, porque no es claro en qué otro contexto las personas hubieran cruzado sus caminos. Rosie, que no habla inglés, ha aseverado lo mismo.
Ir a la velocidad del grupo
¡Algo que fue fundamental para nuestro éxito como grupo de Estudio y lucha fue decidir no ceñirnos al plan de estudios! Para muches integrantes del grupo, la lista de lectura era abrumadora y no era posible en función de la comodidad de las personas con la lectura de los textos, la familiaridad con los temas y el tiempo para dedicar al estudio. Además, Pauli también señaló que les integrantes del grupo tienen diferentes responsabilidades, horarios, horarios de trabajo y que a veces era difícil para todes poder participar en las sesiones o leer con anticipación.
En su lugar, elegimos colectivamente un texto para centrarnos en cada reunión, lo que hizo que el grupo fuera mucho más accesible, en particular para les integrantes con menos educación formal que les demás. Aun así, a veces era difícil descifrar cómo ir a la velocidad del grupo de una forma que se sintiera bien para todes -en un grupo tan pequeño y con tan gran variación. Aunque Rosie realmente disfrutó su experiencia con nuestro grupo, también dijo: “Me sentí mal por no tener más conocimientos y no estar al mismo nivel de estudio que las demás personas. Y esa fue la parte más difícil: cuando todes entablaban una conversación con palabras que podías identificar, y mi conocimiento era limitado y no sabía el significado de la palabra. Creo que esa fue la parte más difícil, adentrarnos en temas que no eran familiares y no poder participar de forma equitative con todes ustedes que ya sabían sobre estas cosas”.
Una de las muchas fortalezas de la educación popular es que crea una comunidad de aprendizaje que funciona para cada persona dentro de esta, pero aun así puede ser difícil hacerlo de una forma que se sienta bien cuando todes son conscientes de las diferencias y jerarquías del mundo existente que nos rodea. El estudio es un componente crítico de la libertad, pero cuando adoptamos la lentitud y las diferentes formas de conocimiento, podemos acercarnos al éxito cuando creamos espacios que funcionan para distintos miembros de nuestra comunidad.
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Como dice Mariame Kaba “todo lo que vale la pena se hace con otras personas”. Allye, integrante del grupo, dijo que algo que le llama la atención de la experiencia de nuestro grupo es “ver cómo la policía y las prisiones y todo este complejo realmente afecta a las personas de manera distinta, pero al final del día, gran parte es muy similar. Muches de nosotres nos sentimos tan frustrades, casi derrotades de muchas formas, o abrumades. Pero la belleza de tener este grupo es saber que hay muchas otras personas, no solo nosotres en Detroit, sino esta red de personas que tienen estas conversaciones y saben que todes estamos conectades en esta lucha, y que realmente no es tan inútil. El aliento de tener la comunidad [de Estudio y lucha] y aprender juntes fue realmente increíble”.
El impacto duradero de este grupo, y de esta red en su conjunto, es este entretejido. Al movernos lentamente, profundizamos nuestras relaciones, entre nosotres y con el trabajo. Al movernos lentamente, nos mantenemos energizades y alimentamos las pequeñas llamas del abolicionismo en cada una de nuestras comunidades. Al movernos lentamente, nos mantenemos listes para el trabajo urgente.
Meghan Krausch, Ph.D., es sociólogue públique, activista y escritore en el área metropolitana de Detroit. Sus escritos han sido publicados en Truthout, In These Times y The Progressive, entre otros. Siempre trabajando para equilibrar el amor y la ira, Meg encuentra la libertad en la lucha.
By Meghan Krausch
Here it was another Saturday afternoon and I felt a bit tired. I wondered briefly if what I really wanted to be doing was getting on zoom and facilitating a group on heavy topics. I knew today would be tough; our group always delved into some challenging questions. The previous meeting we had discussed the relationship between serial killers and abolition. But that conversation was also a helpful one for pushing forward our abolitionist praxis. As I made tea to prepare for the meeting, I reminded myself: I always leave these meetings in a better mood than when I came into them.
Meeting with this small Study and Struggle reading group twice a month in the fall and winter of 2021/22, one critical thing I learned is that although the work of abolition is often very urgent, it also requires the cultivation of some slow spaces. Things that are worth it take time. We take time. Incorporating our views and our voices takes time. If we want everyone to get there, if we really mean that no one will be free until we’re all free – and all the things that freedom means -- we’re gonna have to grow into that, and growth takes time.
Our Study and Struggle group was based in Detroit and met outside in a park, until the weather turned cool and we decided to switch to zoom. The group was small, with only five people including me. My role was facilitator and interpreter. Four people in the group work together in another movement here in Detroit, Movimiento Cosecha. Cosecha is a working-class movement that fights for dignity and permanent protection for immigrants in the US and is led primarily by directly impacted people, Spanish-speaking immigrants, many undocumented.
The reading group was in a sense hosted by this movement; I first proposed the idea of doing the Study and Struggle group to our Cosecha circle and then we decided to invite others from around the city to participate. Initially a few other people expressed interest in joining but ended up not being able to follow through with the group. The other participant knew me from working together in another abolitionist coalition that had since fallen apart. Three people in the group are immigrants to the US while two of us were born here; one of the group members immigrated as a child from Russia. One person in the group speaks only Spanish, two of us are more or less fully bilingual Spanish/English, and two people in the group speak English but not Spanish. All three of the people who cannot directly speak across the English/Spanish barrier are avid language learners and are able to understand some of the other language.
Even as a small group, we struggled to get everyone together all at once given our different schedules and priorities to juggle. Nonetheless, we managed to create something very special together. That balancing act is reflected in the process of writing this essay; I had the most time and inclination to write something, but did not want to write only my own thoughts about what was ultimately a collective experience. Instead, I took the lead and gathered some short reflections from the other group members and incorporated them into a longer reflection.
The result is an essay about the slow process of freedom, even as I am not telling anyone to slow down the urgency of their work – nope. We are not slowing down to accommodate power. But making time to read and study, to know and trust one another, and for everyone to speak and read in the language they dream in, takes time. My freedom dream is not in the capitalist pace of productivity.
Everything doesn’t need to be slow, but urgent work is careful work, and care requires that we sometimes build slowly.
Taking Time to Study
I wanted to organize the group because I was so excited to start having these conversations about abolition with comrades with whom I have been organizing around justice for immigrants, particularly undocumented immigrants. For me abolition is a struggle that is deeply intertwined but the connection was not coming up much in our regular group. There often isn’t space for conversation about our attitudes and relationships to the cops, or for digging into a broader analysis of the criminal legal system. Many times, in fact, we were much more focused on our day-to-day organizing work than on our broader analysis. For me this was an exciting opportunity to bring these struggles together.
Group member Olga was excited for similar reasons: “I think generally feeling lacking on the fundamentals/theory behind abolition really made me want to join but also going through it with folks that I already know and love from Cosecha was really exciting, because in Cosecha we often don’t get to have background/experiences/theory conversations about our work and the principles it’s rooted in very regularly. It comes up here and there but I think specifically digging into the principles of abolition and how they show up in our organizing was an exciting prospect.” Another group member, Pauli, said that she thought “it was a good opportunity to grow together as the Cosecha circle, even though it wasn’t a project of Cosecha exactly.”
And the group did allow us to have conversations that we do not always get into during our regular meetings. Even as we are engaged in a movement that revolves around issues of borders and immigration, the Study and Struggle section on internationalism was a highlight for several group members because we had time and space to discuss nation and a broader perspective on the immigrant experience than in our normal organizing space.
Taking Time to Form Relationships
Getting to know each other – much less getting to know each other well enough to trust each other with our doubts, our questions, and the things we don’t know and want to know more about – takes time. This kind of knowing each other is a critical part of abolitionism, and, at least for me, a big part of the different world we want to build as well. It can be a slow process to get to know one another in a way that is not competitive and that involves trust.
Pauli said that “I really believe that to learn about these topics, it needs to be in a group, with others, and that it should be more a collective process of learning.”
Another member of our group, Rosie reflected on her experience getting to know everyone, saying, “I’m carrying with me the knowledge of each human being who participated in this study group and the friendship of the people who participated in it.” Sometimes in movement it does not feel as if that much is happening, but if we are spending our time creating spaces with these relationships, that is fundamental work.
Taking Time to Translate
Interpretation and organizing in a multilingual space is truly time consuming. In our case, we used consecutive translation: a process where one person speaks to the whole group, and then an interpreter repeats what they said in the second language. As Pauli pointed out, interpreted conversation leaves much less time for the “real conversation” (because fully half the time is a repeat).
Despite the time it takes, there are benefits to this particular form of interpretation. Everyone is able to speak in the language they are most comfortable in, and it also requires a lower-level of technical expertise (and therefore fewer resources because an external/non-participant is not necessarily required). For example, I am able to do consecutive interpretation, but am not skilled enough to do simultaneous interpretation. I was also able to more or less participate in the group as well as interpret, which is harder to do if the pace of the group is one of simultaneous interpretation.
Consecutive interpretation can definitely “freeze up the conversation and make it less spontaneous, maybe even more formal,” as Pauli pointed out. But on the flipside, it has the benefit of de-centering English as the language of conversation even when English speakers are present. They must wait for interpretation, an unusual experience for those of us who speak English, and I believe this can sometimes be a small act of anti-imperialism. The slow pace of conversations can also give people more time to think or to listen to each other. Finally, consecutive interpretation within movement spaces increases our skills in communication as everyone is exposed to interpretation work.
Allye, who does not speak Spanish, points out that the perspectives of the Spanish speakers “may have been left out in a group that spoke only English,” and that it was a good opportunity to build cross-cultural community, because it is not clear in what other context people would have necessarily crossed paths. Rosie, who does not speak English, echoed this.
Going at the Speed of the Group
Something that was critical to our success as a Study and Struggle group was deciding not to stick to the curriculum! For many members of the group, the reading list was overwhelming and not possible based on people’s various comfort with reading texts, familiarity with the subjects, and time to devote to study. In addition, Pauli also pointed out that group members have different responsibilities, different hours, different work schedules, and that it was sometimes hard for everyone to be able to participate in the sessions or to read in advance.
Instead we collectively chose one text to focus on each meeting, which made the group much more accessible, particularly to members with less formal schooling than others. Even so, it was difficult at times to figure out how to go at the speed of the group in a way that felt good to everyone, with a wide variation in such a small group. Although Rosie really enjoyed her experience with our group, she also said, “I felt bad not to have more knowledge and be at the same level of study as the other people. And that was the most difficult part: when everyone would get into a conversation with words that you could identify, and my knowledge was limited and I didn’t know the meaning of the word. I think that was the most difficult part, to get into topics that were unfamiliar and to be able to participate equally with you all that already knew about these things.”
One of the many strengths of popular education is that it creates a learning community that works for everyone in it, but it can still be a struggle to do that in a way that feels good when everyone is aware of the differences and hierarchies of the existing world around us. Study is a critical component of freedom, but when we embrace slowness and different ways of knowing we can get closer to success at creating spaces that work for our many different community members.
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As Mariame Kaba says “everything worthwhile is done with other people.” Group member Allye said that something that stands out to her from the experience of our group is “seeing how police and prisons and this whole complex really affects individuals differently but at the end of the day so much of it is so similar. So many of us felt so frustrated, almost beaten down in so many ways, or like overwhelmed. But the beauty of having this group is knowing that there are so many other people – not just us in Detroit but this network of people having these conversations and knowing that we all are connected in the struggle, and that it’s not as hopeless really. The morale boost of having the community [of S&S] and learning together was really incredible.”
The lasting impact of this group, and of this network as a whole, is this weaving together. By moving slowly, we deepen our relationships, to each other and to the work. By moving slowly, we keep ourselves energized and we feed the small flames of abolitionism in each of our communities. By moving slowly, we keep ourselves ready for urgent work.
Meghan Krausch, Ph.D., is a public sociologist, activist and writer in the Detroit metro area. Their writing has been published in Truthout, In These Times, and The Progressive, among others. Always working to balance love and rage, Meg finds freedom in the struggle.